De la Leyenda de Peña Hueva

Cuentan que Juanita, una moza de Guadalajara eterna opositora y amiga de los bizcochos borrachos, no había conocido varón. Por lo que estaba empeñada en abandonar la soltería pues su educación le impedía el poder explorar aquello que la sofocaba de cuando en vez.

De tal modo que le puso ojitos a Justo, un apuesto galán, tímido como él solo, pero de recta conducta y buena familia, que regentaba una insigne pastelería de la capital alcarreña donde, como no podía ser de otra forma, Juanita compraba sus bizcochos borrachos.

Juntáronse las familias para acordar la boda y rápido comenzaron los preparativos, bajo dos premisas: sería en San Ginés y Juanita se casaría con el vestido de su madre, fallecida tiempo atrás.

Quién sabe si por la proximidad del evento o por el exceso de bizcochos al ganar su oposición, el caso es que Juanita se metió en carnes.

Nada hay, y espero que nunca lo haya, en contra de que una novia o un novio, pasen por el altar con algún kilo de más. Bueno nada, más allá de que te quieras casar con el vestido de tu madre y que por mucho que te lo arreglen, puedas o no meterte en él.

Peña Hueva
Peña Hueva

La pobre Juanita, cabezona como buena opositora, contenía la respiración para meterse en la talla 42 de su progenitora, llegando incluso un día a amoratarse, por lo que cogió cierto complejo.

Complejos que a falta de la natural canalización que su moral le impedía, siempre había aliviado comiendo. Pero en este caso, tuvo que buscar otra alternativa, así  siguiendo las recomendaciones del nuevo párroco, trató de combatirlo haciendo deporte.

Por lo que se compró una bicicleta de montaña, con el firme propósito de subir la Peña Hueva y así aliviar michelines.

Y de tal guisa fue como la conocí, yo subiendo con más que pena gloria y tratando sin mucho éxito de seguir la estela de Carlitos E.F, ella bajando sin ninguna mesura ni  control. Como si quisiera apagar sus sofocos a golpe de derrape. Pero hete aquí que dos curvas más abajo, nos habíamos cruzado en mitad del camino, con un par de vacas de la finca de al lado, por lo que traté de avisarla.

  • ¡Vaca¡ ¡VACA¡

Cuál sería mi sorpresa, cuando la pobre Juanita, eterna opositora, amiga de los bizcochos borrachos, sin haber conocido varón y víctima sin duda de si misma me contestó con un legendario:

  • Y tú ¡HIJO DE PUTA¡

Fueron sus últimas palabras, puesto que de todos es sabido, que la pobre Juanita, moza de Guadalajara, eterna opositora y amiga de los bizcochos borrachos, pasó a mejor vida sin haber conocido varón,  al “espanzurriarse” literalmente contra la vaca Flora que también falleció en el acto.

Así que ya sabes cuál es el origen de la pequeña cruz que hay en una de las curvas de Peña Hueva. O quizá la cruz es un homenaje a la pobre vaca Flora, que terminó pagando las culpas de la obsesión por la talla 42 de Juanita, eterna opositora, amiga de los bizcochos borrachos y que se fue al otro mundo, sin haber conocido varón. Que la fuerza te acompañe.